Parafrasear a Godard sería más o menos así: “Lo único que se necesita para hacer una película es un cadáver, fiscales inquisidores y abogados litigantes”. En efecto, este género de cortes y juicios por (supuestos) asesinatos ha aportado varios clásicos, desde Testigo de cargo (1957, Billy Wilder) hasta A Few Good Man (1992, Rob Reiner), pasando por Anatomía de un asesinato (1959, Otto Preminger).
La nueva
joya de los dramas legales es Anatomía de una caída, flamante
Palma de Oro para Justine Triet en el más reciente Festival de Cannes, apenas
la tercera mujer que la consigue después de Jane Campion y Julia Ducournau.
La premisa
no puede ser más simple: el ciudadano francés Samuel muere en la caída desde la
ventana del ático de su casa en circunstancias muy confusas y Sandra, su
esposa, es la única en la lista de sospechosos. El único posible testigo de los
hechos es el hijo de ambos, Daniel (y su fiel perro Snoop), un chico que quedó
ciego en un accidente. A partir de ahí, todos contarán su propia versión de la
historia y Sandra intentará convencernos de su inocencia.
Escribí
“convencernos” y ese es el primer acierto de Triet: nos convierte en parte del
Jurado que escucha los testimonios, evalúa los hechos y evacuará una sentencia.
No somos simples testigos presenciales, somos parte del proceso. Olvídense de
esos filmes de cortes en los que vemos todo a la distancia del aburrimiento, en
Anatomía
de una caída nos abruman los datos y la responsabilidad y también necesitamos
un receso cuando así lo dictamina la jueza. Pero no podemos dejar de mirar la
película.
Triet y Arthur
Harari han concebido un guion estupendo que no nos permite distracciones de
ningún tipo, ni intermitencias en la atención necesaria a todos los elementos
del juicio, las pruebas que presenta la fiscalía y los argumentos del abogado
defensor: Sandra insiste en su inocencia y la constitución la ampara.
En este
punto hay que mencionar la brillante actuación de la alemana Sandra Hüller (también presente en Zona de interés, la joya absoluta
de 2023) que le imprime una vulnerabilidad especial a su personaje: es alemana
y no habla el francés con fluidez, por lo que se siente como pez fuera del agua:
a punto de asfixiarse. A veces, puede desahogarse en inglés.
Anatomía de una caída, pese a la corrección de su título,
se centra en el análisis de la relación de pareja, de Sandra y Samuel (los
personajes se llaman igual que los actores que los representan), y poco a poco
vamos descendiendo al infierno en que la rutina convierte la convivencia de
mucha gente. Poco a poco, ese entremetido fiscal va desvelando los más oscuros
secretos del matrimonio y, como espectador, uno no sabe si recomendar el filme
a los abogados o a las parejas en crisis.
Todos los
secretos de alcoba son revelados para satisfacer el morbo de la audiencia
presencial (en la corte) y del público espectador (en la sala de cine),
logrando una simultaneidad asombrosa y pocas veces vista en los últimos años:
sí, somos voyeurs y nos encantan los
sucios detalles. Anatomía de una caída es un ejemplo perfecto de lo que es
mantener un creciente elemento de interés hasta el punto del clímax que se precisa,
ese tesoro muy pocos guionistas consiguen de manera tan orgánica. No se hagan
ilusiones, no voy a revelar absolutamente nada.
Sandra
Voyter, el personaje, es una escritora de éxito. Su marido, Samuel, tiene años
intentando avanzar en un libro, pero le falta tesón y talento. Mientras, se
desahoga con música estridente, una terrible canción de 50 Cent. Y eso nos
molesta tanto que, en un rapto de ira, justificaríamos cualquier reacción. Pero
no, recuerden que somos miembros del Jurado y debemos mantenernos en nuestros
cabales.
Anatomía de una caída disecciona la relación de pareja y
nos muestra sus vísceras. Todo con la mayor elegancia posible y sin excesos
gráficos, apenas dos gotas de sangre. De hecho, esa precisa economía de lo que
vemos alimenta la imaginación (inquieta, potente, maliciosa y vaya usted a
saber cuántas cosas más) del espectador que solo quiere un culpable.
Anatomía de una caída debutó en el Festival de Cannes,
donde obtuvo la Palma de Oro. Messi,
el perro de la película, ganó la Palm
Dog. Premio del Público en Brusellas y Sidney. El National Board of Review
la consideró Mejor Película Internacional y arrasó en los Premios del Cine
Europeo con 5 estatuillas, incluyendo Mejor Película. Tiene 4 nominaciones a
los Globos de Oro de Hollywood. No necesita de muchos adjetivos: es una de las mejores películas de 2023.
Anatomía de
una caída (2023). Dirección: Justine Triet; Guion: Justine Triet y Arthur
Harari; Fotografía: Simon Beaufils; Edición: Laurent Sénéchal; Elenco: Sandra Hüller, Samuel Theis, Milo Machado Graner, Swann
Arlaud, Antoine Reinartz.
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