La sociedad inglesa ha sido especialmente intolerante en lo que respecta a la orientación sexual de sus ciudadanos. Hace unos años, la película The Imitation Game (2014, Morten Tyldum), centrada en la figura de Alan Turing, cuyo descifrador Enigma salvó miles de vidas en la IIGM, cerraba con una leyenda que nos contextualizaba la realidad: “Entre 1885 y 1967, aproximadamente 49,000 homosexuales fueron condenados por indecencia bajo la ley británica.”.
En 1988,
Margaret Thatcher, al frente de un gobierno conservador, aprobó una ley que
estigmatizaba a los homosexuales al prohibir que se tratara el tema en
cualquier institución del estado. Menudo problema creó para quienes exigían ser
respetados por su orientación sexual y que no se estimulara desde el poder la
discriminación, la marginación y hasta el escarnio público.
Este es el
ambiente hostil en que se desarrolla Blue Jean, ópera prima de Georgia
Oakley, filme enfocado en visibilizar una problemática de todos los días en
todas partes del mundo para mucha gente. La triste Jean del título es una
profesora de deportes, soltera y sin pareja conocida, que debe enfrentar, en
medio un coctel cualquiera, una pregunta a quemarropa: “¿Tienes algún hombre en
la mira?”. Como si hiciera falta un hombre para ser feliz o sentirse completa.
Como si la sola presencia de un varón justificara tantos siglos de imposición
de un modelo social que es obvio no funciona en una sola dirección.
Esas son
las presiones sutiles, como al azar, que Jean debe soportar diariamente. Las
otras, pueden venir desde los propios estamentos de poder (la Cámara de
Comunes, por ejemplo) en que se intenta borrar, de golpe y porrazo, el problema
negando la existencia del problema, y etiquetando como delito una cuestión de
simple derecho común.
Lo
interesante de Blue Jean es que no toma partido por nadie, ni se erige en juez
moral de nadie. Las cosas son como son y las sociedades deben articular nuevas
formas para la respetuosa convivencia. Lo interesante de Blue Jean es que, a
partir de una puesta en escena sobria y sin ornamentos innecesarios, crea una
empatía indiscutible para nuestro personaje protagonista y sus cómplices
necesarias.
El filme es
otra demostración de que, en términos absolutamente dramáticos, menos es más, un axioma que hace crecer
a cualquier cineasta que lo asume como principio de su propuesta, cuando tiene
algo que decir. En ese sentido, Oakley ha evitado cualquier desvío que nos
distraiga de lo esencial: el conflicto interno que vive Jean al verse obligada
a llevar una doble vida.
En este
punto hay que destacar la notable actuación de Rosy McEwen, vía un lenguaje
corporal manejado con absoluto dominio de los sentidos, una actuación que
proyecta hacia el espectador esa amarga sensación de inseguridad e
insatisfacción a la que vive sometida una persona que no puede, por diversas
razones, ser auténtica frente a los demás. Como un espía, debe mentir para
permanecer viva entre sus enemigos.
El filme se
estrenó en Venice Days, donde ganó el importante Premio del Público,
premio que repitió en el Festival de Sevilla y en LesGaiCineMad. En Belfast y
Tessasoliki, premio a la mejor actriz. En
la pasada entrega de los British Independent Film Awards consiguió cuatro:
mejor primer guion (Oakley), mejor actriz (McEwen), mejor actriz de reparto
(Kerrie Hayes) y mejor casting (Shaheen Baig).
Blue Jean es también el perfecto ejemplo de
cine independiente a que aspiramos se suscriban nuestros cineastas, porque
nunca vamos a contar con los presupuestos de Hollywood. Porque debemos hacer
los presupuestos que nunca va a contar Hollywood. Uno de los mejores filmes del
año.
Blue Jean
(2022). Dirección y guion: Georgia Oakley; Fotografía: Victor Segui; Edición:
Izabella Curry; Música: Chris Roe; Elenco: Rosy McEwen, Lucy Halliday, Kerrie
Hayes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario