Joaquín Sabina es el hijo bastardo que nunca tuvo José Alfredo Jiménez. Un canalla cuya mala fama le precede y que acosa a las musas enamoradas del Serrat. Un poeta que te dispara un verso triste al corazón, de cuyas heridas brota güisqui on the rocks.
Fernando
León de Aranoa es un cineasta con demostrada sensibilidad social que, como no
exhibe un solo prejuicio, puede acercarse de manera objetiva al universo de
sexo, drogas y rock de uno de los mejores compositores de nuestro tiempo.
Sabina es
la consumación de los excesos que para el resto de los mortales son sueños
inalcanzables, un tipo que fija su objetivo en las Magdalenas de la historia,
obviando los demás protagonistas, y les compone canciones de desamor. Y como
tiene una voz de cinco de la mañana, siempre nos genera una empatía que no
podemos explicar.
Sintiéndolo mucho es la mirada de amigo al universo
Sabina que, sin embargo, no admite concesiones de ningún tipo: pregunta sin
enfadar (trago de por medio), acompaña a todas partes, (sin hacer sombra),
logra exponer los motivos del cantautor que cura las arenas que deja el mal de
amor en nuestros corazones.
Sabina es,
por elección, un pirata cojo que habla como quien cuenta sus aventuras por los
siete mares del planeta y recuerda con dolor aquella vez que se le acabó el
piso del escenario y fue sacado en ambulancia, ante el estupor de sus fieles
nunca estamos preparado para ese golpe del destino.
Como no lo
estaba ese niño de Úbeda que se deslumbró con la poesía de Vallejo y Neruda y
que ha roto todos los cristales y ha lanzado todas las bombas, y ha terminado
por sembrar la nostalgia en nuestros corazones, una que nos hace levantar la
copa para brindar por los olvidos, en ese desierto donde los recuerdos no
tienen mucho sentido: “Los amores tóxicos son los que dan buenas canciones”.
Sintiéndolo mucho es también el inventario de la
cosecha de cariño que recoge en dondequiera que va: en Argentina, un padre
orgulloso le presenta su bebé: “Se llama Joaquín”. Luego le persigue un par de
cuadras y le muestra una nenita: “Se llama Sabina”. ¿Cómo se supera semejante muestra
de admiración? Escribiendo la canción más hermosa del mundo.
Para
quienes lo hemos aceptado como Sumo Pontífice de los versos que conducen al
territorio de lo irremediable, que nunca volvemos a los sitios donde hemos sido
felices, que sabemos que a veces gana el que pierde a una mujer, Sintiéndolo
mucho es la oportunidad extraordinaria de repasar los más de cien
motivos para agradecer estar vivos y coincidir con este genio de la bohemia.
Sintiéndolo
mucho (2022). Dirección y guion: Fernando León de Aranoa; Fotografía: Mariano
Agudo, José Martín Rosete; Edición: Clara Martínez Malagelada, Polo Menárguez;
Música: Leiva; Elenco: Joaquín Sabina, Fernando León de Aranoa, Joan Manuel
Serrat, Leiva.
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