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lunes, marzo 20, 2023

“Cuarencena”: todo el humor negro de David Maler.

Hace unos años, seis para ser exactos, David Maler debutó como director de largometrajes con Reinbou. Desde ese entonces, se advertía que, además de su talento como actor, Maler posee sobradas condiciones como guionista y realizador. Lo digo de entrada para que quede asentado: Cuarencena es la mejor película que ha hecho David Maler.

Desde la premisa: un chef a la deriva que convoca a seis de sus amigos a una cena, desafiando las estrictas restricciones que impuso la pandemia de covid 19 (parece tan lejano ese tiempo), Cuarencena nos convoca como un invitado más a la mesa y sirve un manjar que, a cinco tiempos, se hace completamente disfrutable, especialmente para los que pedimos que se exploren nuevas vetas en el cine dominicano. Y sabemos que nuestros paladares experimentarán un éxtasis prolongado por las buenas manos de Mateo, el chef, pero algo huele mal, y no es la comida.

Un punto luminoso de Cuarencena: con los diálogos que se precisan, nos va descubriendo los secretos que ocultan los personajes y el lado oscuro de sus relaciones interpersonales. Y son 7 personajes que se la pasan conversando y, en momentos claves, hablan con el lenguaje de sus cuerpos. A eso contribuye muchísimo la magnífica edición de Israel Cárdenas y Pablo Chea, así como la excelente fotografía de Luis Enrique Carrión, aspectos técnicos que son fundamentales para lograr ese apetecible filme que es Cuarencena.

El filme mezcla actores veteranos (Como Nashla Bogaert y Frank Perozo) con jóvenes actores (como Elizabeth Chahin), pero Luis José Germán logra brillar con luz propia y eso es mucho cuando se trata de un filme coral. Está concebido como el personaje que hilvana todas las acciones del filme y logra construir un chef con vocación autodestructiva, absolutamente creíble.

Como en toda buena cena, cinco tiempos marcan el desarrollo de la trama en los que cada personaje tiene su arco dramático (algunos completos, otros en desarrollo) y en los que cada uno asume un protagonismo temporal. De alguna manera, todos bailan y se entregan a la coreografía que viene dada por el humor negro que Maler ha vertido en su guion, un humor absolutamente irreverente, un humor que no pide permiso para burlarse de todo y de todos. Un guion concebido con una libertad que solo conocen los músicos de jazz.

 

Jazz, mucho jazz como aderezo.

Con honrosas excepciones, la musicalización de los filmes dominicanos ha sido desacertada. Ojo: no digo que se trate de mala música o de que no tenemos músicos capacitados, lo que afirmo es que no es correctamente seleccionada para contrapuntear, cuando es necesario, lo que vemos en las imágenes proyectadas. En muchos casos, la música es un triste lamento que molesta al espectador por lo poco que añade en términos dramáticos.

No es el caso de Cuarencena, que se apoya en varias piezas clásicas del jazz, interpretadas magistralmente por John Benitez y su cuarteto, que acentúan muy correctamente los momentos de humor (o de tensión) que vivimos a durante esta cena en cuarentena que pareciera durar una eternidad (la cena y la cuarentena). Lo cierto es que escuchar un jazz standard y que se ajuste perfectamente a los propósitos del filme, nos revela que hay muchos maridajes de música e imágenes en movimiento que nos faltan por saborear, por explorar dentro de las posibilidades del cine dominicano.

Al final, todo es cuestión de gustos y paladares. Si su paladar se lo permite, Cuarencena es una buena opción para probar algo distinto, para deleitar a los sentidos con los nuevos sabores de nuestro cine.

 

Cuarencena (2023). Dirección y guion: David Maler; Fotografía: Luis Enrique Carrión; Edición: Israel Cárdenas y Pablo Chea; Música: John Benitez Quartet; Elenco: Luis José Germán, Nashla Bogaert, Frank Perozo, Elizabeth Chahin, Soraya Pina, Isabel Spencer, Joshua Wagner.

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