El próximo 15 de diciembre llegará a los cines Avatar: El camino del agua, la segunda entrega de la ahora ya saga de ciencia ficción que retoma la historia del filme que en 2009 ganó tres premios Oscar y recaudó más de $2.845 millones de dólares. Trece años después, y tras no pocos retrasos, la primera de las cuatro secuelas en las que el director James Cameron y el productor Jon Landau llevan trabajando durante más de una década verá al fin la luz con el objetivo de repetir el taquillazo y resucitar el cine en tres dimensiones como una experiencia inmersiva “única”.
“Mi
objetivo es cambiar cómo la gente se refiere al hecho de ir al cine. El público
dice ‘He visto una película’. Lo que yo quiero es que la gente diga ‘He
experimentado una película’”, ha señalado Landau durante su visita a varios mercados donde ha presentado un avance con las primeras imágenes de una cinta que aspira
a hacer de la visita al cine algo único por lo que “merezca la pena salir de
casa, dejar los ordenadores y pagar por el parqueo o por una niñera”.
“No es
únicamente ver una película con los demás o comentarla con los compañeros en el
trabajo. Ir al cine supone también asumir el compromiso de no distraerte, de
apagar tu celular cuando entras en una sala”, señala.
En esta
misma línea, Landau defendió el ritual cinematográfico en las salas frente al streaming y avisó que quien tenga pensado
esperar para ver las nuevas películas de Avatar, cuatro entregas que llegarán
a un ritmo de una cada dos años hasta 2028, en sus dispositivos, tendrá que
aguardar más tiempo del que creen. “No van a poder hacerlo hasta que pase
bastante tiempo. No vamos a estrenar a la vez en streaming ni tampoco 20
o 30 días después del estreno. Esta película está concebida para la pantalla
grande. Es un compromiso con
nuestro público en el que contamos con el apoyo y entendimiento de nuestros
socios de Disney”, proclama.
Con el reestreno de la película original, que volvió a los cines el 22 de
septiembre, Landau explica por qué la que hasta la llegada de Vengadores:
Endgame, de Marvel Studios, Avatar era la película más
taquillera de la historia del cine han tardado más de una década en contar con
una secuela. Y la razón es doble: el guion y la tecnología. “El germen de
cualquier película es el guión, así que tardamos tiempo en tener los libretos
de las cuatro películas terminados y en lograr que tanto James como yo
estuviéramos satisfechos con ellos para arrancar la producción”, recuerda.
Fue entonces, con el esqueleto argumental sobre el que se construirá una saga
de al menos cinco películas, cuando comenzaron a trabajar en el otro gran
desafío: “descubrir” la tecnología para contar esa historia tal y cómo querían
contarla. Y el título de Avatar: El camino del agua ya
adelanta cuál era el reto al que se iban a enfrentar en el rodaje de la
secuela.
“No quisimos
comenzar a filmar hasta contar con la tecnología que nos permitiera capturar
correctamente las interpretaciones de los actores bajo el agua, queríamos que
fuera realista y ser fiel a sus interpretaciones”, destaca el productor que
asegura que en la historia del cine ya se han rodado muchas películas con
escenas acuáticas, él también fue productor de Titanic del propio
Cameron, pero promete que "nadie ha hecho lo que hemos nosotros en estas
películas”.
“Las interacciones entre nuestros personajes tienen mayor realismo y las
secuencias son más luminosas”, adelanta Landau que también reveló que en este
salto tecnológico que prometen las secuelas de Avatar han rodado
secuencias de acción a 48 fotogramas por segundo, el doble de los 24 fotogramas
por segundo habituales, para “evitar las distorsiones que se producen en el 3D
con el movimiento”.
Avatar:
El camino del agua retomará la historia de los dos protagonistas de la
primera entraga, Neytiri (la dominicana Zoé Saldaña) y Jake Sully (Sam
Worthington), que han formado una familia en Pandora que ahora ven amenazada. Ese
sentimiento, el de la “importancia de la familia”, tanto “la de nacimiento como
también la que escogemos”, conforma buena parte del corazón argumental de la
saga.
Así, mientras
que en la primera película Sully buscaba este sentimiento de pertenencia ya que
“no encajaba ningún sitio” y estaba “descubriendo su propósito en la vida”, la
secuela se centrará en sus esfuerzos por conservar esa familia que ha
construido junto a Neytiri, en sus “jóvenes niños” y en cómo intentan mantener
su clan a salvo a toda costa, avanza el productor que asegura que “la ciencia
ficción es siempre una metáfora del mundo en el que vivimos” y confirma que
esta secuela también tendrá un marcado mensaje ecologista contra el
calentamiento global.
“Nuestros
océanos suponen el 80 por ciento del mundo. Nuestros cuerpos están
formados de un 80 por ciento de agua y esta es una película sobre el agua y
sobre toda su belleza. Todo lo
que tenemos que hacer es crear una mayor conciencia de la belleza que tenemos”,
expone Landau que cree que las películas deben remover conciencias y “ser
provocativas, pero sin sermonear al público”.
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