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martes, agosto 30, 2022

Cineastas como génesis de palabras.

De vez en cuando y cuando en vez, algunos cineastas han originado vocablos que han pasado a engrosar los diccionarios y, sobretodo, de la jerga cinematográfica que hay que saber.

Vamos con algunos ejemplos.

Comenzamos con el cineasta ruso Lev Kuleshov y su Efecto Kuleshov: un fenómeno del montaje cinematográfico demostrado por el director durante los años veinte. 

Kuleshov mostró frente a una audiencia una secuencia en la que se intercalaba la misma toma del actor Iván Mozzhujin con las de un plato de sopa, un ataúd y una niña jugando.

La audiencia percibió que la expresión de Mozzhujin cambiaba en cada secuencia, con lo cual se comprobó que el montaje tiene una gran influencia en la comprensión semántica de lo que aparece en una escena.

El Efecto Kuleshov es quizá el ejemplo más importante de sintaxis fílmica. La contemplación de una cinta no es un fenómeno de estímulo-respuesta, sino que el espectador es un participante activo en el proceso de la creación de significados.

Paparazzi es una palabra de origen italiano que se usa para denominar al que tiene una conducta de fisgón, entrometido y sin escrúpulos mientras ejerce su oficio de fotógrafo. El nombre es debido al personaje Paparazzo de la célebre película La Dolce Vita (1960), de Federico Fellini y, por eso, tras la película se denomina así a los insistentes fotógrafos de la prensa rosa.

Fellini explicó que Paparazzo era el apelativo de su compañero de pupitre en la escuela primaria de su ciudad natal, Rimini, y que era un amigo suyo. En dialecto, paparazzo quiere decir “mosquito” y entre los niños se motejaba con ese nombre a los que hablaban atropelladamente, como el zumbido de un mosquito, y eran muy inquietos, nerviosos, molestos y que interrumpían a los demás. 

La palabra cantinflear surgió para describir el muy particular modo de hablar del personaje Cantinflas, creado por el mexicano Mario Moreno, y en 1992 la Real Academia Española incluyó esa palabra como verbo en su diccionario, además de cantinfleada y Cantinflas. El diccionario de la RAE la define así: “Cantinflear es hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada”.

Un Macguffin es un elemento de suspenso que hace que los personajes avancen en la trama, pero que no tiene mayor relevancia en la trama en sí. MacGuffin es una expresión acuñada por Alfred Hitchcock que designa una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, pero carece de relevancia por sí misma.

Hitchcock explica también la expresión en el libro-entrevista con François Truffaut, “El cine según Hitchcock”: «La palabra procede del music-hall. Van dos hombres en un tren y uno de ellos le dice al otro “¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?”. El otro contesta: “Ah, eso es un McGuffin”. El primero insiste: “¿Qué es un McGuffin?” y su compañero de viaje le responde: “Un MacGuffin es un aparato para cazar leones en Escocia”. “Pero si en Escocia no hay leones”, le espeta el primer hombre. “Entonces eso de ahí no es un MacGuffin”, le responde el otro».

El Efecto Rashomon es una técnica narrativa donde la subjetividad y la percepción personal se imponen a la hora de relatar un acontecimiento. Por supuesto, debe su nombre a la película Rashomon (1950), de Akira Kurosawa, y ya es común pensar en el Maestro japonés al contar un mismo evento desde diferentes ángulos.

La película tiene una trama sencilla: un samurái sale a dar un paseo con su esposa, se encuentra con un bandido, y muere. Esto es todo lo que sabemos a ciencia cierta de la situación. Cada testigo del crimen relata su versión de los hechos: el bandido, la esposa, el samurái muerto (a través de un médium), y un leñador testigo, quien participa dos veces, al inicio describiendo el contexto y al final llevando a un sorprendente desenlace. Lo interesante y paradójico es que cada versión es abismalmente contradictoria con la otra, y que cada narrador es la figura menos simpática de su propia historia.

La idea es que un mismo evento es asediado por distintos ángulos, es visto (e interpretado) desde diferentes perspectivas. Demuestra que dos o más personas pueden llegar a experimentar un mismo hecho de formas tan distantes que llegan a ser contradictorias. Algo así lo que refiere el refrán: “Cada uno habla de la feria según le va en ella”.

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