Y no era
para menos: su caracterización del doctor Hannibal Lecter nos sembró por
siempre el miedo en los huesos, el terror por consumir cualquier cosa frita que
pueda acompañarse de un Chianti. Para medir el impacto de este personaje en los
espectadores, bastaría recordar que el doctor Lecter solo aparece unos 24
minutos y 52 segundos en pantalla en toda la película, pero su huella se queda
en nuestra memoria por muchos meses y años. Nada que una buena terapia no pueda
resolver. Solo cuide con quién se consulta.
A partir de
ahí, Hopkins ha construido una de las carreras más sólidas del cine y solo
mencionaré algunos de los personajes
reales que ha interpretado para nuestro deleite: su Richard Nixon en Nixon
(1995, Oliver Stone), su Pablo Picasso en Sobrevivir a Picasso (1996, James
Ivory), su John Quincy Adams en Amistad (1997, Steven Spielberg) y
hasta el mismísimo Rey del Suspenso en Hitchcock (2012, Sacha Gervasi).
Algún día
abordaremos el caso de Lo que resta del día (1993, James
Ivory) como una de las joyas del cine contemporáneo que mucha gente debe
descubrir. Pero algunos no están preparados para esta conversación.
Así
llegamos a El Padre, debut para el cine del dramaturgo Florian Zeller,
quien adapta su propia obra de teatro y consigue uno de los mejores filmes del
año. El Times lo ha llamado “el más excitante dramaturgo de nuestros días”. Hopkins
ha ganado su segundo Oscar a mejor actor, pero también otros importantes premios:
su quinto Bafta, su tributo en Toronto, su tributo en Palms Springs y un larguísimo
etcétera.
El Padre
trata la historia de un anciano que padece el Mal de Alzheimer, un tema que cada vez se hace más frecuente en el cine.
Lo novedoso es la perspectiva, con la que el filme puede lograr lo mismo que Silver
Linings Playbook por los enfermos del trastorno bipolar: una
íntima aproximación desde la perspectiva del paciente que crea una empatía,
profunda e instantánea.
Hopkins
se vale de todo su arsenal de actor para lograr una actuación orgánica, en que
nos arrastra a los estados de confusión y delirio del personaje de una manera
sutil, sin sobresaltos innecesarios, con la gracia del veterano actor que dosifica
sus variables y las acomoda a las necesidades dramáticas del guion.
En ese
sentido, El Padre deberá convertirse en un filme de visión obligatoria
para los profesionales del área, así como para los familiares de quienes
padecen de la pérdida progresiva de la memoria, entre otros síntomas de esa
terrible enfermedad, que acaba por convertir en restos de piel y huesos a
nuestros más cercanos, ante nuestra total incapacidad de ayudarles.
Eses
drama, servido exento de terminología científica para su mayor compresión, es el
mayor logro de un filme que nos deja exhaustos en el asiento, desorientados
como nuestro protagonista, esperando un milagro que jamás habrá de producirse.
Una realidad tan desconcertante como inexpugnable. Para todos, un verso de
Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
El Padre
(2020). Dirección: Florian Zeller; Guion: Christopher Hampton y Florian Zeller;
Fotografía: Ben Smithard; Edición: Yorgos Lamprinos; Música: Ludovico Einaudi.
Elenco: Anthony Hopkins, Olivia Colman, Imogen Poots.
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