Aunque
parezca una manera extraña de aproximarse a la eficacia dramática de una
película, la verdad es que, en términos de su propuesta narrativa, el
antagonista (al que comúnmente llamamos “el malo”) tiene el 50 por ciento de
responsabilidad de que la historia resulte atractiva para el espectador.
Joker,
ese extraordinario personaje que es uno de los archienemigos de Batman, es un
ejemplo perfecto para demostrar lo antes señalado. De hecho, en los dos casos
anteriores en que se ha visto vinculado al héroe de Gotham City, ha tenido prácticamente
papel protagónico: nadie olvida al Joker de Jack Nicholson en Batman
(1989) de Tim Burton (con la que este filme tiene trágica conexión) y mucho
menos al creado por Heath Leger para The Dark Knight (2008), de
Christopher Nolan. Es posible que más de uno haya olvidado quiénes
representaban al héroe de Ciudad Gótica.
Ahora
nos llega Joker, una nueva y psicodélica aproximación al personaje, bajo
la dirección de Todd Phillips, un conocido director de comedias como la
trilogía de The Hangover, quien se inscribe a la élite de Hollywood con
este filme. Cuando vimos el título como Selección Oficial del Festival de
Venecia y con la argentina Lucrecia Martel como presidenta del jurado, pocos
nos atrevíamos a darla como posible ganadora. Contra todo pronóstico, Joker
logró el codiciado León de Oro en Venecia y convertirse en una de las
favoritas para el Oscar 2020.
Es
simple: vía las canciones (y la formidable música de Hildur Guðnadóttir),
asistimos a la evolución freudiana de un simpático, pero inimitable, sicópata.
Los olvidados habituales.
Arthur
Fleck es un payaso triste que busca ganarse el pan de cada día con el sudor de
su risa, en medio de una ciudad despersonalizadora y violenta. Y llena de
basura.
Nadie
quiere a nadie y a pocos nos importan los conflictos particulares de cada
quien. En un ambiente hostil, todos sufrimos de alguna patología conocida.
En una
sociedad que promueve el consumismo desmedido, la competencia eterna por ser el
mejor, todos dejamos jirones del alma en cada peldaño que subimos. Perdemos de
vista que la meta es mantener la cordura.
En una
sociedad que siembra el despropósito en nuestras almas, el matricidio se antoja
necesario para nacer peores, para reclamarle a esa misma sociedad nuestros
quince minutos de fama, vía el fantástico mundo de la televisión, a costa de
alguno de sus ídolos de halógeno.
El abracadabra del delirio.
Un actor
usa su cuerpo como herramienta cuando construye un personaje. Es un médium
entre el público y un nuevo universo de emociones que promueve con su personaje
frente a la cámara.
Para
lograr transmitir ese mundo interior tiene que usar algún conjuro que, como
abracadabra, abra las puertas de la credibilidad del espectador.
En el
caso de Joker, esa llave maestra es la gutural risa que nos siembra el miedo en
los huesos.
No es
que Phoenix no tenga una mirada expresiva, unas exquisitas facciones de
neurótico, un maquillaje asombroso (con sabor a pistacho). Todas esas
herramientas del lenguaje corporal, incluyendo coreografía de delirante
eufórico (inspirada por "The Old Soft Shoe" que Ray Bolger cantó y bailó en 1957), las tiene y muy bien desarrolladas.
Pero es
que la risa de que ha dotado a su personaje conecta con nuestros temores inconscientes
de manera instantánea.
Phoenix, el premiado.
Joaquin
Phoenix es uno de los más talentosos actores de su generación y ahora abraza el
papel protagónico que probablemente le premie con su primer Oscar.
Con tan
solo 15 años, Phoenix hizo uno de sus primeros papeles protagónicos en Parenhood
(1990), filme de Ron Howard con un elenco superestelar: Steve Martin, Dianne
West, Tom Hulce, Keanu Reeves. Phoenix recibió el “Best Young Actor” por su rol
en esta comedia. 10 años después le llegó su primera nominación al Oscar como
actor de reparto por Gladiador (2000), filme de Ridley
Scott que se llevó los principales premios de la Academia de Hollywood,
incluyendo mejor película y mejor actor, en este caso Russell Crowe. Phoenix
tendría que conformarse con el prestigioso National Board of Review en su
categoría.
Su
segunda nominación al Oscar fue como actor principal por su papel en Walk
The Line (2005), filme de James Mangold en que representó
magistralmente al cantante country Johnny Cash y por el filme consiguió su Globo
de Oro al mejor actor. En 2012, Phoenix recibió su tercera nominación al Oscar,
como actor secundario, por su participación en The Master, el excelente
filme de Paul Thomas Anderson. Por este filme ganó la copa Volpi en el Festival
de Venecia, compartido con Phillip Seymour Hoffman.
Uno de
los roles mejor construidos por Phoenix es su personaje para HER
(2013), el filme de Spike Jonze que recibió decenas de premios, incluyendo
algunos para su actor, además de su nominación a los Globos de Oro. Más
recientemente, recibió el premio al mejor actor en el Festival de Cannes por su
papel en You Were Never Really Here (2017), filme de Lynne Ramsay en que
encarna a un veterano que sufre de traumas sicológicos.
Nadie
puede predecir el futuro, pero si la Academia de Hollywood no lo premia con su
Oscar, corremos el riesgo de que las calles de Los Ángeles se llenen de payasos
indignados.
Joker
(2019). Dirección: Todd Pihillips; Guion: Todd Phillips y Scott Silver; Fotografía:
Lawrence Sher; Edición: Jeff Groth; Música: Hildur Guðnadóttir; Elenco: Joaquin
Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz.
Como siempre disfruto tus reseñas como las buenas películas. Este full me gustó sobremanera. Hay esperanza para el cine, me llevo al cine de cuando crecimos como cinéfilos a finales de los 70s principios de los 80s. Me quedé con el sabor de querer verla de nuevo, algo muy poco común en mi caso.
ResponderBorrarJosé, gracias por tu recomendación. Gracias por tu análisis que has escrito sin entrar en conficto, The Joker ha suscitado varios comentarios a favor y en contra. Comparto fielmente la reseña de este fiel. Magistral actuación de Joaquín.
ResponderBorrarFilme*
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