En 1998,
Christopher Nolan tomó por asalto el escenario cinematográfico mundial con un
debut realmente impresionante: Following. Con Memento (2000), demostró
que no había sido una chepa su excelente ópera prima, que tenía talento para
contar historias, que traía una nueva perspectiva, más cerebral, para
hipnotizarnos con su estética.
Como
suele ocurrir con estos genios del cine independiente, Hollywood lo reclutó
para su equipo y ya está plenamente establecido como director de prestigio y,
todavía más importante (para los productores), capaz de dirigir películas que
el público aprecia y convierte en éxitos de taquilla, independientemente de que
pertenezcan a la trilogía de Batman (con sus fanáticos cautivos)
o de que sean propuestas mucho más arriesgadas como El origen, filme de
lectura mucho más difícil que los bodrios a que Hollywood nos tiene
acostumbrados.
Ahora
Nolan nos presenta Dunkerque, filme que alcanza los $102 millones de dólares en
recaudación en sus primeros 10 días.
Aire, mar y tierra.
Em mayo
de 1940, unos 400,000 soldados, mayormente ingleses y belgas, quedaron
atrapados en Dunkerque (Francia) por las tropas nazis. Con el mar como muro
infranqueable, todo indicaba que sería una carnicería inclemente. Entonces tuvo
lugar la “Operación Dynamo” o el “Milagro de Dunkerque” en que, con la
colaboración de embarcaciones de particulares, fue posible evacuar a unos
300,000 soldados hasta Inglaterra, literalmente salvándolos de la muerte.
Es
decir, se trocó una desastrosa derrota militar en una campaña de rescate que
todavía hoy es motivo de orgullo para los ingleses.
Y en más
de una ocasión, el cine ha trabajado el heroico episodio. Bastaría recordar
títulos como: Dunkirk (1958), de Leslie Norman o Weekend in Dunkirk
(1964), de Henri Verneuil. Incluso, en un filme reciente, Atonement (2007), Joe
Wright nos regalaba un excelente plano-secuencia de más de 5 minutos por
Dunquerke, como un inventario del caos y la locura que se vivió en esos días.
Nolan no
tenía un tema nuevo. Lo interesante es la perspectiva desde la cual lo trabaja.
El enemigo invisible.
Cuando
digo que Nolan es cerebral, quiero decir que a sus filmes debemos asistir con
los 5 sentidos trabajando a plena capacidad, para entregarnos a su propuesta
cinematográfica. Si chateas con el grupo de colegas, terminarás más perdido que
el hijo de Lindbergh.
Una de
las características del “estilo Nolan” es su empleo de un tiempo no-lineal, es
decir, que las historias no se nos cuentan cronológicamente. Por consiguiente,
el esquema tradicional de causa-efecto se anula para dar paso a un acercamiento
a la realidad fílmica en que se nos van proporcionando las piezas de un
rompecabezas para armar en lógica inversa en nuestro cerebro. Si usted tiene el
suyo con el plástico todavía, ese es su
problema.
Fundamentándose
en una edición impecable (el crédito para su colaborador habitual, Lee Smith),
Nolan nueva vez recurre a la exposición simultánea de, al menos, 3 eventos
dramáticos: los soldados atrapados en la playa, el rescate que se organiza
desde Inglaterra y la batalla aérea entre cazabombarderos. De la perfecta
combinación de estos eventos, Nolan logra una tensión absolutamente
impresionante.
De
hecho, los primeros minutos del filme son el único momento que se puede
respirar tranquilo y el preludio perfecto para toda la experiencia
cinematográfica que vivimos como espectadores, en la medida en que nos
identificamos con los atrapados en Dunkerque.
Pero
ahora Nolan, en el colmo de riesgo de su propuesta, también nos oculta al enemigo.
Sabemos que está cerca, pero nunca los vemos. Nos aferramos a la última esperanza
de sobrevivir, pero intuímos el peligro.
Ya había
ensayado la fórmula en Batman: el caballero oscuro (2012),
filme en que nos confundió a todos con el real
enemigo, pero lo que hace en Dunquerke es maravilloso: tememos a
un enemigo sin cara reconocible, del que sabemos muy poco, excepto el hecho cierto
que tiene como meta la aniquilación de toda resistencia en la Francia ocupada.
Y, lejos de atentar contra el interés del relato, intensifica el suspenso y nuestra
atención al posible desenlace. Hitchcock debe estar muy orgulloso de sus
herederos. A eso contribuye de manera extraordinaria la música de Hans Zimmer,
otro de los colaboradores habituales de Nolan.
Y, como
sé que muchos esperan el inicio de la temporada de pronósticos para el Oscar,
arrancamos: Dunkerque no es solo uno de los mejores estrenos del 2017, sino
que tiene garantizadas varias nominaciones al Premio de la Academia, incluyendo
Mejor Película. Nos vemos en enero de 2018.
Dunkerque
(2017). Dirección y guion: Christopher Nolan; Fotografía: Hoyte Van Hoytema;
Edición: Lee Smith; Música: Hans Zimmer; Elenco: Fionn Whitehead, Harry Styles,
Tom Hardy, Mark Rylance.
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