Nunca
una película ha denunciado tanto mostrando tan poco. Esa es la maestría que
exhibe El hijo de Saúl, formidable ópera prima de László Nemes.
Nunca
una película ha sido tan efectiva para sembrar el miedo en los huesos como El
hijo de Saúl. La locura desmesurada del holocausto vivida, entre
gritos, como una víctima más.
Robert Bresson, uno de los grandes teóricos del Cine, le daba al sonido una importancia
capital para multiplicar la capacidad de producir emociones en el espectador. El
hijo de Saúl es una fulminante demostración de lo que afirmaba Bresson:
no es tanto lo que vemos (en formato 4:3, dicho sea de paso), es lo que
sentimos a través del sonido de las órdenes nazis, de los gritos de horror y
estallidos, y puertas que se cierran a lo racional.
El
holocausto ha sido tema de innumerables filmes, desde El diario de Anna Frank
(1959, Geroge Stevens) hasta la oscarizada La lista de Schindler (1993, Steven
Spielberg). Esta vez se siente como experiencia personal. Más de uno se siente
abrumado y exhausto al final del filme y no es para menos: hemos sobrevivido a
la peor pesadilla del odio y la segregación del siglo XX.
A eso
contribuye una notable puesta en escena en que la cámara persigue todo el
tiempo, con pulso extraordinario, al Saúl del título (el poeta húngaro Géza Röhrig, también debutante como actor) y
extrae de su mirada todo el horror de lo que ve y nos hace sentir esa imperiosa
necesidad de superar tanta locura nacionalsocialista.
En los campos de concentración, la primera pérdida era la dignidad: nada
era lo suficientemente condenable (en términos morales) con tal de evitar entrar a la
cámara de gas. Desde mentir descaradamente sobre la identidad y el oficio,
hasta colaborar con el “sonderkommando”,
aquellos judíos que ayudaban con la organización para el exterminio.
Nemes devela toda esa miseria humana y lo hace sin concesiones de ningún
tipo: el horror multiplicado entre víctimas y victimarios, en una vorágine de
irracionalidad que siempre conduce a la muerte.
Cuando se estrenó en Cannes, El hijo de Saúl consiguió el Gran
Premio del Jurado. Su Oscar a la Mejor Película Extranjera es la confirmación
de lo que ya todos sabemos: es una de las mejores películas del año.
El hijo de Saúl (2015). Dirección: László Nemes; Guión: László Nemes y Clara Royer; Música: László Melis; Fotografía: Mátyás Erdély; Elenco: Géza
Röhrig.
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