El 2 de octubre de 1985 se murió Rock Hudson y el mundo se llenó de pánico. Hudson fue la primera celebridad que falleció víctima del sida y para entonces muy poco se sabía de esa nueva amenaza para la humanidad.
Por esos días, a Ron Woodroof le diagnosticaron positivo en las pruebas de VIH. Para un vaquero homófobo y mujeriego, era la peor de las maldiciones: morir dos veces. Primero, liquidado moralmente por el resto de la jauría porque se creía que el VIH sólo afectaba a los homosexuales. Segundo, morir físicamente ante los devastadores estragos que el sida causaba a sus víctimas. Peor aún: a Woodroof apenas le dieron 30 días de vida.
Esa es la premisa de El Club de los desahuciados (Dallas Buyers Club), filme dirigido por el canadiense Jean-Marc Vallée y protagonizado por Matthew McConaughey y Jared Leto, ambos seguros ganadores del Oscar como Mejor Actor y Mejor Actor secundario, respectivamente. Las actuaciones son estupendas, sin duda, pero la afirmación viene respaldada por la histórica admiración de Hollywood cuando un actor o actriz hace cambios físicos drásticos por su compromiso con el personaje: McConaughey perdió 47 libras de peso, mientras Leto sólo rebajó 31 libras.
(Si me permiten un paréntesis, recordaré casos como Robert De Niro en El toro salvaje (1980), Charlize Theron en Monster (2003) y apenas el pasado año, a Anne Hattaway le dieron el Oscar por cortarse su preciosa cabellera en cámara. Cierro paréntesis)
La odisea del personaje que encarna McConaughey es tan simple como la lucha por su vida: no se disponía de ningún medicamento para enfrentar el mal y la FDA, institución que regula y controla la venta de medicinas en Estados Unidos, tardaba eternidades en aprobar el uso de algunos medicamentos experimentales, atrapada entre su burocracia administrativa y los intereses de las compañías farmacéuticas.
Woodroof es el anti-héroe que se aferra a su propia fe y rompe las leyes cuando las leyes no le sirven.
Pero también es el héroe que, en el nombre del derecho a la vida, busca la forma de conseguir los medicamentos que necesita para sobrevivir y tiene el decoro de formar el club al que alude el título del filme y permitirle a otros enfermos encontrar el respaldo que no brindaba la FDA.
El Club de los desahuciados es el tipo de filme que nos hace amar el cine independiente de Estados Unidos, cine mucho más visceral, mucho más atrevido, mucho más estimulante que muchas superproducciones de efectos especiales.
Por si fuera poco, el arco dramático del personaje en crisis nos permite, como sociedad, experimentar un cambio de conciencia con respecto a quienes nos rodean y de mayor respeto hacia otros que, aún en su misma condición, eran además víctimas de la intolerancia y el desprecio.
El club de los desahuciados (2013). Dirección: Jean-Marc Vallée. Guión: Craig Borten y Melisa Wallack; Fotografía: Yves Bélanger; Edición: Martin Pensa y Jean-Marc Vallée; Música: Anton Monn y Carlos Periguez; Elenco: Matthew McConaughey, Jared Leto, Jennifer Garner.
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