Cuando escribo estas líneas ya se sabe de la excelente acogida que el público ha brindado en su primera semana a El teniente Amado, filme escrito por Huchi Lora y dirigido por Félix Limardo. Ese éxito, que ha provocado que se habiliten más salas para su proyección, es el más poderoso mentís para quienes sostienen la idea de que sólo las comedias venden en el cine dominicano.
El teniente Amado es un filme basado en los hechos alrededor de la figura de Amado García Guerrero, ayudante personal de Trujillo, y su participación en el ajusticiamiento del tirano. Los diálogos pecan de uno de los errores más comunes en este tipo de filmes: a fin de aclarar a los espectadores quién es quién, los personajes parecen en todo momento que recitan los nombres de los conjurados, como si estuvieran tomando un examen de historia.
Un filme de reconstrucción histórica debe recrear los hechos en que se basa y crear un arco dramático con apropiado desarrollo para mostrarlo al espectador. El personaje de García Guerrero parece ser el tipo más inocente del mundo y el peor informado también. Un joven militar que, en las postrimerías de la dictadura, no tenía claro el oscuro accionar del régimen me parece un dislate que no contribuye a hacerlo creíble, aunque sí le suma simpatías. En el desarrollo de la exposición de los hechos, no existen los picos dramáticos que permitan crear las expectativas que el ajusticiamiento amerita para hacerlo el punto culminante del relato.
Un filme de reconstrucción histórica debe cuidar los detalles. Un par de los que me parecen imperdonables (responsabilidad de la dirección artística y del director): el presidente Kennedy se entera del asesinato de las Mirabal por medio de un estrujado ejemplar de La Nación, como si su embajada local no fuera su principal fuente de referencia. (Además, debate sólo con su hermano Robert, a diario, de la República Dominicana, como si fuera el único país del mundo.). Otro: quienes conocen de la megalomanía sin límites de Trujillo, coincidirán en que era imposible que el auto que usaba El Jefe para sus encuentros sexuales en San Cristóbal, exhibiera su techo oxidado, sin perjuicio de sus colaboradores.
No veo el problema en que se contraten actores extranjeros para participar en nuestros filmes, sean de México o de Ucrania. El problema (para el realizador) es controlar los acentos y cada vez que un mexicano decía “Pendejo” como remate a una oración, me quedaba esperando el mariachi.
Por otro lado, la discusión en torno a la “dominicanidad” del talentoso Amaury Nolasco, me parece un absurdo cavernícola tercermundista, pero debieron enseñarle a bien bailar merengue. Pongo por ejemplo el filme Lincoln, dirigido por Steven Spielberg y protagonizado por Daniel Day Lewis: nadie se haló los pelos porque un inglés representara al presidente americano que abolió la esclavitud. Y Day-Lewis, ganó su tercer Oscar.
Dicho todo lo anterior, El teniente Amado es un paso de avance para el cine dominicano y no sólo porque es un drama: el desarrollo de nuestro cine no puede limitarse a la cuestión de los géneros cinematográficos. Es la mejor demostración de que tenemos miles de historias por contar y de que el público, cuando se oferta un producto digno, está dispuesto a apoyar esas iniciativas.
El teniente Amado es una clase de historia, que se toma más de una licencia dramática a fin de hacerla entretenida para el espectador.
El teniente Amado (2013). Dirección: Felix Limardo; Guión: Huchi Lora; Fotografía: Peter MacKay; Elenco: Amaury Nolasco, Efraím Figueroa, Enrique Castillo, Antonio Jaramillo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario