Martin Scorsese es el director que más sabe de cine en el mundo. Y Leonardo DiCaprio quiere aprender a actuar. Esos factores permiten la colaboración entre estas dos personalidades cinematográficas que ahora presentan La isla siniestra.
Nadie como Scorsese ha descargado sus traumas y complejos en sus películas. Lo propio hizo Hitchcock con sus fobias. Cuando le damos un vistazo a filmes como Taxi Driver (1976), El toro salvaje (1980) y Goodfellas (1990) se puede percibir una inquietante mirada al interior del alma americana.
Pero Scorsese ha visto (y recuerda) más películas que nadie y aún en un filme de buena factura y nada más, como La isla siniestra, se permite darnos un paseo por algunas de las películas del cine clásico. Está presente El ciudadano Kane (1941, Orson Welles) pero también Vértigo (1958, Alfred Hitchcock).
Y ha encontrado en Leonardo DiCaprio el talento y la energía necesarios para convertirlo en su nuevo actor-fetiche. Una historia que comenzó en 2002 con Pandillas de New York y ha continuado con El aviador (2004) y The Departed (2006). Por supuesto, nada comparable con Robert De Niro, pero digno sucesor.
La novela en que se basa la película es de Dennis Lehane, autor de otros dos éxitos de papel y celuloide: Río místico (2003, Clint Eastwood) y Gone baby Gone (2007, Ben Affleck). Con eventos que se desarrollan en la década 50, están presentes los elementos sociológicos de ese momento: guerra fría, experimentos siquiátricos, trauma de la Segunda Guerra Mundial, etc. Estos elementos facilitan una vuelta de tuerca en el desenlace (anticipado en un par de escenas) correctamente formulado por la mano diestra de Scorsese.
Para lograr el suspenso sicológico, Scorsese cuenta con la ayuda de un elenco formidable: Mark Ruffalo (alguna vez anunciado como “el próximo Brando”), Ben Kingsley (ganador del Premio de la Academia por Gandhi (1982), Max von Sydow (otro de los del clan Ingmar Bergman), Michelle Williams, Emily Mortimer (anote ese nombre y ya hablaremos) y Patricia Clarkson.
La isla siniestra es nada comparada con las obras que Martin Scorsese ha hecho anteriormente, pero nadie puede cuestionar que está bien dirigida por uno de los grandes Maestros del cine contemporáneo.
Nadie como Scorsese ha descargado sus traumas y complejos en sus películas. Lo propio hizo Hitchcock con sus fobias. Cuando le damos un vistazo a filmes como Taxi Driver (1976), El toro salvaje (1980) y Goodfellas (1990) se puede percibir una inquietante mirada al interior del alma americana.
Pero Scorsese ha visto (y recuerda) más películas que nadie y aún en un filme de buena factura y nada más, como La isla siniestra, se permite darnos un paseo por algunas de las películas del cine clásico. Está presente El ciudadano Kane (1941, Orson Welles) pero también Vértigo (1958, Alfred Hitchcock).
Y ha encontrado en Leonardo DiCaprio el talento y la energía necesarios para convertirlo en su nuevo actor-fetiche. Una historia que comenzó en 2002 con Pandillas de New York y ha continuado con El aviador (2004) y The Departed (2006). Por supuesto, nada comparable con Robert De Niro, pero digno sucesor.
La novela en que se basa la película es de Dennis Lehane, autor de otros dos éxitos de papel y celuloide: Río místico (2003, Clint Eastwood) y Gone baby Gone (2007, Ben Affleck). Con eventos que se desarrollan en la década 50, están presentes los elementos sociológicos de ese momento: guerra fría, experimentos siquiátricos, trauma de la Segunda Guerra Mundial, etc. Estos elementos facilitan una vuelta de tuerca en el desenlace (anticipado en un par de escenas) correctamente formulado por la mano diestra de Scorsese.
Para lograr el suspenso sicológico, Scorsese cuenta con la ayuda de un elenco formidable: Mark Ruffalo (alguna vez anunciado como “el próximo Brando”), Ben Kingsley (ganador del Premio de la Academia por Gandhi (1982), Max von Sydow (otro de los del clan Ingmar Bergman), Michelle Williams, Emily Mortimer (anote ese nombre y ya hablaremos) y Patricia Clarkson.
La isla siniestra es nada comparada con las obras que Martin Scorsese ha hecho anteriormente, pero nadie puede cuestionar que está bien dirigida por uno de los grandes Maestros del cine contemporáneo.
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