Cuando se analiza la filmografía de Tim Burton parecería que, en 1865, Lewis Caroll escribió Alicia en el País de las Maravillas expresamente para que él la llevara al cine. ¿Por qué? Tim Burton es, sin duda, el mejor director de atmósfera del cine contemporáneo.
Cuando hablamos de atmósfera, queremos significar el logro de ambientar sus filmes con tal nivel de perfección que se nos olvida que la fílmica es una imitación de la otra realidad.
Los verdaderos artistas siempre crean mundos nuevos.
En efecto, Tim Burton sobresale por la excelencia con la que emplea los decorados, el vestuario, el maquillaje, las luces y todo elemento que contribuya a crear la atmósfera adecuada para los personajes del filme. Esto, independientemente de que se trate de una adaptación de cómic (Batman), un musical de terror (Sweeney Todd), o de una novela, como Alicia en el País de las Maravillas.
Lo cierto es que, detrás de cada fotograma se siente la presencia de un autor obsesivo por los detalles que sirven para acentuar el ambiente de sus historias.
Sobra señalar que sus proyectos requieren cuantiosas inversiones y que Tim Burton nada entre las profundas aguas del cine de autor y la superproducción de Hollywood.
Burton goza de indudable prestigio en Hollywood, a cuyo stablishment le ha hecho más de un guiño (Ed Wood) y le ha puesto en más de un aprieto (Mars attacks).
Con la crítica de cine también su relación ha sido de amor y odio: algunos lo adoran por creaciones como Big Fish, casi todos lo detestan por fiascos como El planeta de los simios.
Cuando escribo estas líneas ya se sabe que Alicia en el País de las Maravillas tuvo un impresionante debut: $116 millones de dólares en su primer fin de semana en Estados Unidos.
Está el factor de su actor-fetiche, Johnny Depp. Una relación que comenzó en 1990 con El joven Manos de tijeras. Ha seguido con Ed Wood (1994, en homenaje a unos de los peores directores que ha tenido el cine), Sleepy Hollow (1999), Charlie y la factoría de chocolate (2005), la fabulosa cinta de animación La novia cadáver (2005) y el musical Sweeney Todd (2007). Está el factor del filme en 3D y el éxito de este formato. Está el factor de una formidable campaña de mercadeo, con mucho protagonismo para el Sombrerero Loco.
Y el factor Tim Burton: un talento sobrenatural para crear atmósferas. Y eso se agradece con la sonrisa del niño que llevamos dentro y que sale a divertirse cada vez que, en la penumbra de la sala de cine, como Alicia, exploramos el mundo de los sueños.
Cuando hablamos de atmósfera, queremos significar el logro de ambientar sus filmes con tal nivel de perfección que se nos olvida que la fílmica es una imitación de la otra realidad.
Los verdaderos artistas siempre crean mundos nuevos.
En efecto, Tim Burton sobresale por la excelencia con la que emplea los decorados, el vestuario, el maquillaje, las luces y todo elemento que contribuya a crear la atmósfera adecuada para los personajes del filme. Esto, independientemente de que se trate de una adaptación de cómic (Batman), un musical de terror (Sweeney Todd), o de una novela, como Alicia en el País de las Maravillas.
Lo cierto es que, detrás de cada fotograma se siente la presencia de un autor obsesivo por los detalles que sirven para acentuar el ambiente de sus historias.
Sobra señalar que sus proyectos requieren cuantiosas inversiones y que Tim Burton nada entre las profundas aguas del cine de autor y la superproducción de Hollywood.
Burton goza de indudable prestigio en Hollywood, a cuyo stablishment le ha hecho más de un guiño (Ed Wood) y le ha puesto en más de un aprieto (Mars attacks).
Con la crítica de cine también su relación ha sido de amor y odio: algunos lo adoran por creaciones como Big Fish, casi todos lo detestan por fiascos como El planeta de los simios.
Cuando escribo estas líneas ya se sabe que Alicia en el País de las Maravillas tuvo un impresionante debut: $116 millones de dólares en su primer fin de semana en Estados Unidos.
Está el factor de su actor-fetiche, Johnny Depp. Una relación que comenzó en 1990 con El joven Manos de tijeras. Ha seguido con Ed Wood (1994, en homenaje a unos de los peores directores que ha tenido el cine), Sleepy Hollow (1999), Charlie y la factoría de chocolate (2005), la fabulosa cinta de animación La novia cadáver (2005) y el musical Sweeney Todd (2007). Está el factor del filme en 3D y el éxito de este formato. Está el factor de una formidable campaña de mercadeo, con mucho protagonismo para el Sombrerero Loco.
Y el factor Tim Burton: un talento sobrenatural para crear atmósferas. Y eso se agradece con la sonrisa del niño que llevamos dentro y que sale a divertirse cada vez que, en la penumbra de la sala de cine, como Alicia, exploramos el mundo de los sueños.
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