(Hará cuestión de tres años, escribí estas notas sobre Eliseo Subiela. La ocasión de presentar este mes un ciclo con algunas de sus películas es una excusa perfecta para desempolvarlas y, espero, ganarle algún nuevo fanático.)
En las películas de Eliseo Subiela late el constante cuestionamiento existencial de los sobrevivientes de las metrópolis de nuestros días, acaso unánime aventura de sacudirnos ante tanto despropósito y soledad.
Por eso, todos terminamos hipnotizados en la eterna lucha entre el amor y la muerte, entre el azar y el destino.
En las películas de Eliseo Subiela siempre aparecen mujeres-ángeles, ya sean etéreas como en No te mueras sin decirme dónde vas, o voluptuosas y carnales como en El lado oscuro del corazón.
En las películas de Eliseo Subiela sus personajes están atrapados por la nostalgia. Y se valen de los poemas como recurso para evocar un pasado mejor que nos marca para siempre y nunca terminamos de olvidar.
En las películas de Eliseo Subiela la poesía visual también está presente y nos convierte en cómplices de sus travesuras con aires post-modernos. Por eso preferimos jugar con él a ser los Peter Pan, multiplicados como en el milagro bíblico.
En las películas de Eliseo Subiela late desnuda esa intención de redimirnos por encima de nuestras limitantes y, a pesar de todos los pesares, celebrar la alegría de vivir.
Eliseo Subiela con su cine poético y filosófico, sentimental y postmoderno, nos habla a los corazones. Y es imposible no escuchar ese llamado.
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