"Dicen que La Biblia o El Padrino son las respuestas a las preguntas de la humanidad. Pero yo me quedo con Dostoievski, un profundo conocedor del alma humana"
-Woody Allen
A confesión de parte: amo la obra fílmica de Woody Allen por encima de todas las demás. Cuando me pregunto por qué, me la pongo fácil: adoro la virtuosidad de sus contrastes.
Universal pero íntimo: las películas de Woody Allen tratan temas universales, profundos, filosóficos pero tan íntimos que, a veces, nos parece que revisa nuestros diarios de vida. Allen mira a la gente común, nos mira y nos desnuda: somos almas atormentadas, arrastramos tantas obsesiones, nos acomplejan tantas culpas.
Newyorker pero global: las películas de Allen se desarrollan en el entorno geográfico de Manhattan. Cuando sale de locación natural (como en Annie Hall) es para estropear el perfil turístico del otro mundo (California). Match Point es la primera de su trilogía londinense que se completa con Scoop (2006) y El sueño de Casandra (2007). La capital británica le ha servido de oscura y lluviosa inspiración. El pasado año también rodó en Barcelona.
Clásico pero moderno: esta libre adaptación de Crimen y castigo de Dostoievski se convierte en el mejor homenaje a un grande de la literatura. Tomando los mejores elementos de la narración tradicional, actualiza el drama hasta nuestros días. Semejante tarea sólo la asume exitosamente quien, como Allen, se sabe de memoria las reglas del juego.
El amor y el sexo: la voluptuosa Scarlett Johansson y el felino Jonathan Rhys Meyers encarnan los atormentados personajes de la historia. Ellos se dejan arrastrar por sus bajos instintos y, eventualmente, se verán atrapados en una trampa kakfiana que les impedirá vivir libremente su atracción animal. Todo con fondo de ópera (Caruso cantando El elixir del amor de Donizetti, para ser exactos), como para sufrir junto a ellos.
La vida y la muerte: el cuestionamiento de nuestras existencias y del destino que nos asigna Dios es una de las constantes en el cine de Allen. La frenética búsqueda de La Verdad desata en sus personajes la más angustiosa cacería del sentido de las cosas.
El destino y la suerte: estos amantes cruzan la línea, violan los límites, quieren lograr lo que les está negado por decreto. Su ambición no conoce fronteras. Pero el destino de quien tiene vedada la buena estrella es un túnel sin ninguna luz en el fondo.
Por eso, sus personajes, tan diestros en el juego, pierden la partida contra la suerte, la partida de sus vidas y quien sale pírricamente victorioso, lo único que le espera es una vida muelle y decorosa pero infeliz, un modus vivendi que es una paradoja en sí mismo.
En Match Point, que nos llega con un par de años de retraso, Woody Allen demuestra otra vez que es uno de los maestros del cine contemporáneo.
-Woody Allen
A confesión de parte: amo la obra fílmica de Woody Allen por encima de todas las demás. Cuando me pregunto por qué, me la pongo fácil: adoro la virtuosidad de sus contrastes.
Universal pero íntimo: las películas de Woody Allen tratan temas universales, profundos, filosóficos pero tan íntimos que, a veces, nos parece que revisa nuestros diarios de vida. Allen mira a la gente común, nos mira y nos desnuda: somos almas atormentadas, arrastramos tantas obsesiones, nos acomplejan tantas culpas.
Newyorker pero global: las películas de Allen se desarrollan en el entorno geográfico de Manhattan. Cuando sale de locación natural (como en Annie Hall) es para estropear el perfil turístico del otro mundo (California). Match Point es la primera de su trilogía londinense que se completa con Scoop (2006) y El sueño de Casandra (2007). La capital británica le ha servido de oscura y lluviosa inspiración. El pasado año también rodó en Barcelona.
Clásico pero moderno: esta libre adaptación de Crimen y castigo de Dostoievski se convierte en el mejor homenaje a un grande de la literatura. Tomando los mejores elementos de la narración tradicional, actualiza el drama hasta nuestros días. Semejante tarea sólo la asume exitosamente quien, como Allen, se sabe de memoria las reglas del juego.
El amor y el sexo: la voluptuosa Scarlett Johansson y el felino Jonathan Rhys Meyers encarnan los atormentados personajes de la historia. Ellos se dejan arrastrar por sus bajos instintos y, eventualmente, se verán atrapados en una trampa kakfiana que les impedirá vivir libremente su atracción animal. Todo con fondo de ópera (Caruso cantando El elixir del amor de Donizetti, para ser exactos), como para sufrir junto a ellos.
La vida y la muerte: el cuestionamiento de nuestras existencias y del destino que nos asigna Dios es una de las constantes en el cine de Allen. La frenética búsqueda de La Verdad desata en sus personajes la más angustiosa cacería del sentido de las cosas.
El destino y la suerte: estos amantes cruzan la línea, violan los límites, quieren lograr lo que les está negado por decreto. Su ambición no conoce fronteras. Pero el destino de quien tiene vedada la buena estrella es un túnel sin ninguna luz en el fondo.
Por eso, sus personajes, tan diestros en el juego, pierden la partida contra la suerte, la partida de sus vidas y quien sale pírricamente victorioso, lo único que le espera es una vida muelle y decorosa pero infeliz, un modus vivendi que es una paradoja en sí mismo.
En Match Point, que nos llega con un par de años de retraso, Woody Allen demuestra otra vez que es uno de los maestros del cine contemporáneo.
Y es que cuando se elige, se desechan opciones que también pueden ser buenas. Esta película se engrandece al no depender tanto de su escenario geográfico, bien podía haberse rodado en Francia o México.
ResponderBorrarDe todos modos es grandiosa y me alegra haberla visto antes.