Lo peor que se puede decir de Sanky Panky es que funciona como excusa argumental para el lucimiento del catálogo de cantantes de la empresa productora.
Lo mejor que se puede decir de Sanky Panky es que entretiene: en efecto, el público ríe durante la proyección y ese es el primer objetivo de cualquier comedia.
Lo mejor que puede aportar Sanky Panky al cine dominicano es reconciliar las expectativas del público (el soberano, el que compra la taquilla) con las producciones criollas, relación muy maltrecha después que el pasado año se sentara un insólito precedente de fracasos. Es necesario sintonizar con lo que el público está dispuesto a consumir.
Sanky Panky se sirve de lo más seguro: comediantes más o menos conocidos en la televisión, cantantes populares y una gringa confundida, todos enmarcados en el paradisíaco escenario natural del este del país, resaltado por la excelente fotografía de Elías Acosta.
A medio camino entre la colección de videoclips y el infocomercial de una cadena de hoteles, Sanky Panky logra su cometido: el público la pasa muy bien.
El elenco hace un poco más de lo mismo que hace en la televisión y, en el caso de Tony Pascual, sobreactúa, atropella los diálogos, termina robándose escenas. Brilla con luz intermitente Alina Vargas: tiene futuro en la actuación. Si tan sólo renunciara mínimamente a sus magníficos atributos físicos, que los tiene.
José Enrique Pintor ya mostró credenciales en el drama social con La cárcel de La Victoria (2004) y con Sanky Panky, se confirma como realizador exitoso. Aunque, de vez en cuando, cometa el desliz de permitir que su Sanky Panky entre en crisis existencial y cuestione su mundo, cualidad muy fuera del rango de su personaje y del alcance del comediante Fausto Mata.
Pero, por encima de sus deficiencias, Sanky Panky merece el apoyo de todos: es otro peldaño en el camino que nos conducirá a un auténtico cine dominicano.
Por varios años, el ejercicio de la crítica cinematográfica ha sido una de las constancias de mi vida. Esta página es una ventana más que sumo a ese propósito. -José
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miércoles, enero 31, 2007
martes, enero 23, 2007
Pequeña Miss Sunshine: América es una niña que sueña
“Hay dos clases de personas en el mundo: los ganadores y los perdedores. Los ganadores son los que no se dan por vencido”. Con estas sabias palabras inicia Pequeña Miss Sunshine, película dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris, que deslumbró la audiencia del Festival del Sundance 2006, ha conseguido su nominación al Oscar y acaba de ser proclamada Película del Año por la PGA (Producers Guild of America).
Me gusta el llamado Cine Independiente de USA. Ese cine hecho al margen de los obscenos presupuestos de Hollywood, pero también al margen de la limitante visión de los magnates cinematográficos, de la mutilación impuesta a las ideas muy atrevidas y hasta de los caprichos de las superestrellas.
Pequeña Miss Sunshine es un perfecto ejemplo de lo que es una road movie, una película de carreteras.
En los mejores títulos del género, siempre se trata de dos viajes: los personajes realizan un viaje físico: para el caso desde New México hasta California, unos 1,300 kilómetros. Pero también hay un viaje interior de los personajes, quienes evolucionan hacia nuevos estadios de conciencia con respecto a quiénes son o cuáles son sus posibilidades de triunfo.
A la definición de sus personalidades contribuyen notablemente los obstáculos que encuentran en el camino de liberación de sus demonios particulares.
La dosis de humor negro que contiene Pequeña Miss Sunshine permite, no sólo el análisis crítico de varias abstractas instituciones americanas (el éxito profesional, los concursos de belleza, la preparación intelectual), sino también el cuestionamiento de la familia disfuncional que guarda las apariencias.
Todos estos aciertos se ven coronados por un extraordinario elenco conformado por: Grez Kinnear, Toni Collette, Steve Carell, Paul Dano, Alan Arkin y la niña sensación Abigail Breslin, quien, merecidamente ya obtuvo el Premio de la Crítica como Actriz Revelación.
De seguro, Pequeña Miss Sunshine figurará entre los mejores estrenos del 2007 en Dominicana.
Me gusta el llamado Cine Independiente de USA. Ese cine hecho al margen de los obscenos presupuestos de Hollywood, pero también al margen de la limitante visión de los magnates cinematográficos, de la mutilación impuesta a las ideas muy atrevidas y hasta de los caprichos de las superestrellas.
Pequeña Miss Sunshine es un perfecto ejemplo de lo que es una road movie, una película de carreteras.
En los mejores títulos del género, siempre se trata de dos viajes: los personajes realizan un viaje físico: para el caso desde New México hasta California, unos 1,300 kilómetros. Pero también hay un viaje interior de los personajes, quienes evolucionan hacia nuevos estadios de conciencia con respecto a quiénes son o cuáles son sus posibilidades de triunfo.
A la definición de sus personalidades contribuyen notablemente los obstáculos que encuentran en el camino de liberación de sus demonios particulares.
La dosis de humor negro que contiene Pequeña Miss Sunshine permite, no sólo el análisis crítico de varias abstractas instituciones americanas (el éxito profesional, los concursos de belleza, la preparación intelectual), sino también el cuestionamiento de la familia disfuncional que guarda las apariencias.
Todos estos aciertos se ven coronados por un extraordinario elenco conformado por: Grez Kinnear, Toni Collette, Steve Carell, Paul Dano, Alan Arkin y la niña sensación Abigail Breslin, quien, merecidamente ya obtuvo el Premio de la Crítica como Actriz Revelación.
De seguro, Pequeña Miss Sunshine figurará entre los mejores estrenos del 2007 en Dominicana.
viernes, enero 12, 2007
Rompiendo el hielo con Happy Feet
Siempre he sostenido la tesis de que los dibujos animados en realidad están pensados para el disfrute de los adultos. Desde la época del Disney añorado, pasando por el renacimiento de la Factoría con el lanzamiento de La Sirenita (1989) hasta los nuevos tiempos de la animación por computadoras que, contrario a lo que pensaron algunos, ha revitalizado el género de la animación y conseguido los nuevos adeptos que le hacían falta.
Las nuevas producciones de dibujos animados son un caso excepcional de mercadotecnia: a pesar de que insisten en destacar elementos de atractivo para los más viejitos, gustan a los no viejitos y varias se han convertido en auténticos éxitos de taquilla, hasta el punto que han transformado el monto de las inversiones que se hacen para lograr un largometraje generado por computadora. Imagínense sólo lo invertido en el elenco que presta las voces: Nicole Kidman, Robin Williams, Hugh Hackman, Elijah Wood, Brittany Murphy y Hugo Weaving, todos bajo el amable látigo de George Miller.
Pongo por ejemplo Happy Feet, refrescante estreno de inicios de año que, al momento de escribir esta nota, lleva unos $ 179 en la taquilla de E.E.U.U. y cuya base musical se alimenta de temas de Queen y Chicago, todos ajenos (y suponía que desconocidos) para los menores de 15 años. Para mi sorpresa, escuché un coro de voces infantiles en la sala cantar al compás de Please, don’t go.
Hace unos años me sorprendió el éxito de Shrek 2 (2004) por la abundante cantidad de referencias cinematográficas que contenía (que uno supone se presta para el disfrute de los cinéfilos de larga data) y como era disfrutada por los niños.
Y no todo es pura mercadotecnia: ví hace más de un año el teaser de Happy Feet al inicio del excelente documental La marcha de los pingüinos. También hay mucho ingenio y mucho humor contenido en este filme, al margen de que también nos reconcilia con los musicales de antaño.
Precisamente, Happy Feet viene a ser una combinación de La marcha con Moulin Rouge (no es casual la presencia de Nicole Kidman en el elenco). Del primero toma la base central de la narración, es decir, el proceso evolutivo del Pingüino Emperador; y del segundo, el excelente uso de éxitos del cancionero popular de los años 80, integrados al proceso narrativo.
El resultado no puede ser más agradable, mensaje ecológico incluído.
Si ha perdido el contacto con su niño interior, este es el momento para reanudar esa siempre saludable relación. Si sigue siendo un niño, ya seguramente vió Happy Feet y sólo espera la feliz oportunidad de repetirla, porque hasta repetición merece.
Las nuevas producciones de dibujos animados son un caso excepcional de mercadotecnia: a pesar de que insisten en destacar elementos de atractivo para los más viejitos, gustan a los no viejitos y varias se han convertido en auténticos éxitos de taquilla, hasta el punto que han transformado el monto de las inversiones que se hacen para lograr un largometraje generado por computadora. Imagínense sólo lo invertido en el elenco que presta las voces: Nicole Kidman, Robin Williams, Hugh Hackman, Elijah Wood, Brittany Murphy y Hugo Weaving, todos bajo el amable látigo de George Miller.
Pongo por ejemplo Happy Feet, refrescante estreno de inicios de año que, al momento de escribir esta nota, lleva unos $ 179 en la taquilla de E.E.U.U. y cuya base musical se alimenta de temas de Queen y Chicago, todos ajenos (y suponía que desconocidos) para los menores de 15 años. Para mi sorpresa, escuché un coro de voces infantiles en la sala cantar al compás de Please, don’t go.
Hace unos años me sorprendió el éxito de Shrek 2 (2004) por la abundante cantidad de referencias cinematográficas que contenía (que uno supone se presta para el disfrute de los cinéfilos de larga data) y como era disfrutada por los niños.
Y no todo es pura mercadotecnia: ví hace más de un año el teaser de Happy Feet al inicio del excelente documental La marcha de los pingüinos. También hay mucho ingenio y mucho humor contenido en este filme, al margen de que también nos reconcilia con los musicales de antaño.
Precisamente, Happy Feet viene a ser una combinación de La marcha con Moulin Rouge (no es casual la presencia de Nicole Kidman en el elenco). Del primero toma la base central de la narración, es decir, el proceso evolutivo del Pingüino Emperador; y del segundo, el excelente uso de éxitos del cancionero popular de los años 80, integrados al proceso narrativo.
El resultado no puede ser más agradable, mensaje ecológico incluído.
Si ha perdido el contacto con su niño interior, este es el momento para reanudar esa siempre saludable relación. Si sigue siendo un niño, ya seguramente vió Happy Feet y sólo espera la feliz oportunidad de repetirla, porque hasta repetición merece.
martes, enero 02, 2007
Lo mejor del 2006 en Santiago
La verdad es que, en términos cinematográficos, el pasado 2006 fue un año bastante flojo para Santiago. Tanto en la cantidad como en la calidad de las películas estrenadas.
No recuerdo la última vez que la película ganadora del Oscar (con todo el potencial comercial que tiene) no fuera estrenada en los cines de la ciudad. En efecto, Crash sólo pudo verse gracias a las tiendas de alquiler. Pero lo mismo pasó con Brokeback Mountain y Capote, que también disfrutaron de muchísima publicidad porque eran candidatas al Premio de la Academia.
El cine dominicano presentó 5 títulos: Un macho de mujer, Lilís, Viajeros, La tragedia Llenas y El sistema. De ellas sólo la primera contó con el respaldo del público. También fue estrenada con muy poca promoción Ruido, dirigida por el dominicano César Rodríguez.
Así las cosas, nos queda muy limitado el campo para seleccionar los mejores estrenos del 2006.
Creo que la mejor película presentada en Santiago fue Volver, la joya más reciente del español Pedro Almodóvar, con una actuación extraordinaria de Penélope Cruz.
Todavía en cartelera, pueden disfrutar de Infiltrados, el nuevo filme del Maestro Martin Scorsese, un filme que, pronosticamos, se llevará varios de los premios de la temporada. Y ya va siendo hora de que el Oscar se honre cayendo en las manos de Scorsese.
Otros estrenos que merecen considerarse entre los mejores son: La marcha de los pingüinos, el extraordinario documental de Luc Jacquet; Munich, filme dirigido por un cada vez más visceral Steven Spielberg; En la cuerda floja, biografía de Johnny Cash dirigida por James Mangold y El jardinero fiel, del brasileño Fernando Meirelles.
Más recientemente vimos a: Asesino a sueldo, fina obra artesanal de Paul McGuigan; United 93, eficiente filme de Paul Greengrass que también recibirá mucha atención en los próximos días; y Crónica de una fuga, película del uruguayo Adrián Caetano.
También es justo mencionar a: Syriana de Stephen Gaghan, La señora Henderson presenta de Stephen Frears y Lady in water de M. Night Shymalan.
Si me lo preguntan, sigo contestando que ser crítico de cine es uno de los oficios más tristes del mundo.
No recuerdo la última vez que la película ganadora del Oscar (con todo el potencial comercial que tiene) no fuera estrenada en los cines de la ciudad. En efecto, Crash sólo pudo verse gracias a las tiendas de alquiler. Pero lo mismo pasó con Brokeback Mountain y Capote, que también disfrutaron de muchísima publicidad porque eran candidatas al Premio de la Academia.
El cine dominicano presentó 5 títulos: Un macho de mujer, Lilís, Viajeros, La tragedia Llenas y El sistema. De ellas sólo la primera contó con el respaldo del público. También fue estrenada con muy poca promoción Ruido, dirigida por el dominicano César Rodríguez.
Así las cosas, nos queda muy limitado el campo para seleccionar los mejores estrenos del 2006.
Creo que la mejor película presentada en Santiago fue Volver, la joya más reciente del español Pedro Almodóvar, con una actuación extraordinaria de Penélope Cruz.
Todavía en cartelera, pueden disfrutar de Infiltrados, el nuevo filme del Maestro Martin Scorsese, un filme que, pronosticamos, se llevará varios de los premios de la temporada. Y ya va siendo hora de que el Oscar se honre cayendo en las manos de Scorsese.
Otros estrenos que merecen considerarse entre los mejores son: La marcha de los pingüinos, el extraordinario documental de Luc Jacquet; Munich, filme dirigido por un cada vez más visceral Steven Spielberg; En la cuerda floja, biografía de Johnny Cash dirigida por James Mangold y El jardinero fiel, del brasileño Fernando Meirelles.
Más recientemente vimos a: Asesino a sueldo, fina obra artesanal de Paul McGuigan; United 93, eficiente filme de Paul Greengrass que también recibirá mucha atención en los próximos días; y Crónica de una fuga, película del uruguayo Adrián Caetano.
También es justo mencionar a: Syriana de Stephen Gaghan, La señora Henderson presenta de Stephen Frears y Lady in water de M. Night Shymalan.
Si me lo preguntan, sigo contestando que ser crítico de cine es uno de los oficios más tristes del mundo.