El escenario del cine español contemporáneo reconoce, al menos, a un gran gurú (Pedro Almodóvar), dos talentos consolidados (Julio Medem y Alejandro Amenábar) y una nueva promesa (Fernando León de Aranoa).
Los nuevos talentos pertenecen a una misma generación cinematográfica, lo que ha permitido a los cinéfilos más diletantes las siempre injustas comparaciones, el necesario enfrentamiento de propuestas.
Alejandro Amenábar responde a una sólida formación y conocimiento de la gramática cinematográfica y hace una propuesta más clásica, más acorde con los estándares del cine tradicional. Con ello, ha logrado un éxito comercial extraordinario. Con el Oscar a su maravillosa Mar adentro, el mundo de la crítica se ha rendido a sus pies.
Julio Medem, de su lado, responde a las nuevas corrientes, enfrenta en su cine las búsquedas de nuevos significados cinematográficos, experimenta con las formas, es más osado. También ha conocido el éxito comercial.
Pero quiero dejarlo bien claro: es mi nuevo talento favorito, siempre simpatizo por esa vocación de aiskolari suicida que se atreve con proyectos de Quijote, que nos abre el pecho de un hachazo y nos muestra los enigmas de nuestras almas.
Y lo mejor: su cine responde a una serie de claves, de particulares obsesiones, de las que están impregnadas sus películas.
Aquí van algunas:
La circularidad. Lo circular (o esa percepción) bordea todo el universo Medem. Desde el globo ocular, que nos permite llegar al interior de sus vacas, hasta el mismísimo Círculo Polar Artico, escenario de su mejor película.
El sexo, como generador de las acciones de los personajes y de situaciones de violencia.
La casualidad. Esa visión del peso del destino o del azar sobre sus personajes.
La atmósfera. Sus personajes siempre son víctimas de su entorno natural: en Vacas del bosque, en Tierra del viñedo; y
El amor, necesario ingrediente para llenar de color nuestra existencia.
Por suerte, faltan muchas claves por descifrar y eso requiere de la activa participación de los cinéfilos cuando callan (y apagan sus celulares) para iniciar ese viaje maravilloso a uno de los universos más ricos del cine español: Julio Medem.
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