Páginas

martes, abril 24, 2007

Yuniol, lo nuevo de Alfonso Rodríguez.

Mucho me gustaría decir que Yuniol, la nueva propuesta cinematográfica de Alfonso Rodríguez, es una joya pero no puedo hacerlo por una razón muy simple: es una propuesta digna pero carente del toque final que nos deje satisfechos.
A propósito, el final (con todo y sus moralejas incluídas) es débil y eso lo sabe Alfonso Rodríguez: debió terminar con una suerte de acento concluyente para esta historia de nuestros días. Humilde sugerencia: se puede sustituir por completo el audio del reporte de noticias por los sub-títulos correspondientes a las fotos actuales de cada personaje. Así se evitaría el inútil esfuerzo de que sus protagonistas aparenten ser mayores.
Yuniol crea un nuevo registro en el cine dominicano: apuesta por la denuncia de los males que padecen los pobres de los barrios del país desde la visión de la gente joven con ganas de triunfar que debe salvar toda clase de obstáculos. Una perspectiva urbana y juvenil: un nuevo registro.
Rodríguez demuestra que es un director valiente y apuesta al talento joven (Frank Perozo, Shalim Ortíz, Hemky Madera y Sharlene Taulé) para que sobre ellos recaiga todo el peso dramático y eso siempre será un riesgo de cara a las probabilidades comerciales del filme y al respaldo que el público puede ofrecer. Explico: cuando no se tiene a un cómico como gancho para atraer más gente, cuando se ha renunciado a la típica comedia que llena las salas de cine, es porque se está claro acerca de las posibilidades de nuestro cine.
Sin renunciar a su carga de entrenimiento (no todo puede ser comedias), Yuniol es un paso de avance para que el público dominicano se acostumbre a la idea de que también se puede denunciar.
También Yuniol nos hace ver que el cine dominicano vive una etapa de madurez en los términos de su realización. Siempre habrá algún aspecto técnico que mejorar (cuestión de recursos) porque estamos muy mal acostumbrados a comparar las criollas a las superproducciones de Hollywood.
Ya hacemos cine con una correción más que apropiada en función de su inversión monetaria. Y sólo ese logro merece el respaldo de todos y todas.

lunes, abril 09, 2007

Claude Chabrol: maestro francés del suspenso.



(A Eric Cruz,
por su bondadoso obsequio de la Colección Chabrol,
permitiéndome la más cinéfila Semana Santa.)
En 1958 sucedió un milagro: los críticos de cine devinieron en realizadores. Por supuesto, esto sólo podía ocurrir en Francia.
En efecto, los redactores de la prestigiosa revista Cahiers du Cinema decidieron dejar a un lado sus protestas por la pésima calidad del cine francés y las cambiaron por propuestas.
Francois Truffaut, Jean-Luc Godard, Eric Rohmer, Jacques Rivette, Jacques Doniol-Valerose y Claude Chabrol, tomaron por asalto el escenario cinematográfico francés y regalaron al mundo el movimiento de La nueva ola.
El más prolífico de todos fue Claude Chabrol, quien se dio a conocer en 1957 con su tesis Hitchcock, escrita a cuatro manos con Eric Rohmer, y que se convirtió en el primer estudio sobre un director que era tratado como autor, convirtiéndolo de dotado artista del entretenimiento en genio cinematográfico.
A partir de la admiración por Hithcock, Chabrol construyó una obra que elevó de categoría el género del suspenso y promovió su aceptación por parte de los críticos.
Chabrol debutó con Le Beau Serge (1958), la primera película de La nueva ola, y gracias al éxito que consiguió, pudo fundar su productora y convertirse en el mecenas de sus compañeros de movimiento.
La crítico Pauline Kael precisó en su momento: “Chabrol usa la cámara como los escritores usan la pluma, y tiene la gracia y la fluidez de un maestro…Chabrol hace poemas tonales de temas sicológicos”.
Paradójicamente, a Chabrol no se le ha reconocido en la justa dimensión de su talento. Tampoco está justamente acreditado por la enorme influencia que ha ejercido en numerosos realizadores contemporáneos.
Chabrol estremeció a las audiencias de su tiempo. Ya sea con joyas del suspenso como: La Femme Infidéle (1969) o Que la béte Meure (1978), curiosamente ambas han sufrido sus remakes americanos; sino también con películas abiertamente polémicas como Les Biches (1968), que escandalizó a los hipócritas de Estados Unidos al presentar una relación lésbica, o Nada (1974), que se desarrolla en las movedizas arenas del terrorismo y la violencia política.
Una constante en las películas de Chabrol es su cuestionamiento al mundo y los valores de las élites sociales (La Rupture (1970), Les Innocents aux Mains Sales (1975), aunque también castigaba con su látigo implacable las incongruencias de muchos revolucionarios.
Claude Chabrol supo como nadie manejar sus elementos para que el espectador no permaneciera indiferente. Con su cine no es posible: nos sentimos arrastrados por la pasión que corroe sus personajes, nos sentimos violentados en nuestra intimidad, nos vemos empujados a participar de la acción, a comernos las uñas, vamos, a suspirar de alivio cuando nos premia con la última vuelta de tuerca.
Es indudable que la filmografía de Chabrol está poblada de una completa galería de extraordinarios personajes, propios o ajenos, que habitan en la complejidad temática y visual de su universo.
Toda una aventura.

martes, abril 03, 2007

Niños del hombre: el futuro de Alfonso Cuarón.

El 2006 fue el año más memorable de los últimos tiempos para los cineastas mexicanos. Al menos, Los tres mosqueteros del cine azteca lograron el reconocimiento de los públicos de todo el mundo: Alejandro González Iñárritu (Babel), Guillermo del Toro (El laberinto del fauno) y Alfonso Cuarón (Niños del hombre).
Alfonso Cuarón es el Tim Burton de México. Para que se entienda: es un magnífico creador de atmósferas, importantísimas cuando se trata de poner en escena una novela futurista como The Children of man (1992) de la escritora P.D. James.
Nueva vez, se nos presenta el futuro (no tan lejano: año 2027 para ser precisos) y la supervivencia de la especie humana está en peligro. En ese mundo patas arriba, las migraciones son reprimidas con violencia descomunal (bueno, no estamos muy lejos de eso en estos momentos) y las mujeres del mundo han quedado estériles sin que se sepa la causa del fenómeno.
Siempre que vemos al futuro, vemos un mundo que ha perdido toda esperanza. Bueno, la verdad es que cuando revisamos los diarios de nuestros días…
Lo importante de la película de Cuarón son los logros alcanzados en la puesta en escena. Una película como Hijos del hombre implica que los personajes están, dramáticamente hablando, supeditados al ambiente. Crear esa atmósfera de futuro decadente con tanta precisión implica algo más que llenar un set de escombros. También se necesita una percepción muy clara del oscuro mundo que se quiere describir.
Cuarón puede ufanarse de varias impactantes escenas de acción con un nivel de realización que habla de su excelente dominio de los postulados cinematográficos.
Cuarón logra un adecuado desempeño de su elenco: Clive Owen, Julianne Moore y Michael Caine.
El futuro de Cuarón es un puesto definitivo en el mercado internacional de las grandes producciones.
Con Hijos del hombre, para nuestra satisfacción, también deja sentir su pulso de director de cine, su talento como autor.